El fin de semana fui a visitar a mis padres. Miedo, consternación y una importante dosis de impotencia por la mala noticia, pero ni atisbo de cobardía. Más al contrario, una fuerte convicción en la necesidad de sobreponerse y pelear, que me llegó a estremecer. Es la quinta vez. Quizás por eso se asume el golpe con más serenidad, aunque la procesión siempre va por dentro. Quizás por eso le resta importancia a verse obligada a ser, una vez más, una superviviente.
Mañana ingresa en el hospital para hacer una biopsia y un nuevo escaner. Confiemos en que los resultados nos dibujen un futuro alentador, dentro de lo que cabe esperar.
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Atrévete y dime lo que piensas, malandrín/a