Domingo. 12:30 horas. Una iglesia en un pequeño pueblo de la estepa castellana. Don Juan, sacerdote con más misas que pelos, se dispone a arengar a sus feligreses con un ferviente sermón. Biblia en mano, desde lo alto del púlpito su mirada sobrevuela la iglesia abarrotada de gente . Es la Misa del Gallo y el templo, adornado con un Belén viviente, está lleno de parroquianos.
- Evangelio según San Mateo, capítulo 6 versículo primero: "Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial….”.
- ¡Alto ahí!
Desde la bancada lateral, un desconocido levanta la mano con el índice apuntando al cielo. Viste de traje y corbata y lleva bajo el brazo una cartera de cuero negro. Su voz es enérgica y autoritaria.
- ¡No siga o le denuncio!
Un murmullo creciente inunda la nave desde el pórtico hasta el altar. Apenas se puede oír la incrédula voz del clérigo.
- Pero… ¿Quién es usted?
Ceremoniosamente, el extranjero se levanta y avanza lentamente por el pasillo central de la iglesia, dirigiéndose a todos los presentes con una expresión arrogante.
-Mi nombre no les incumbe. Lo único que tienen que saber es -una calculada pausa añade solemnidad y desasosiego a su presentación- … que SOY INSPECTOR DE LA S.G.A.E.
Silencio sepulcral. Miradas temerosas. Sudores gélidos. Ventosidades insonoras.
- Pero por Dios, ¿qué es lo que quiere? ¿cómo se atreve a interrumpir el Oficio?
El insólito inspector extrae de su maletín un documento y blandiéndolo en el aire como un arma arrojadiza, camina en dirección al púlpito.
- ¡Está usted incumpliendo el apartado b) del número 1 del artículo 157 de la Ley de Propiedad Intelectual según Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril!.
-¿Cómo?..pero…¡de qué me habla!
- No se me haga el longuis. Acaba usted de proceder a la emisión pública de un pasaje de la Biblia escrito por el Sr. San Mateo sin haber abonado la correspondiente tasa relativa a los derechos de autor .
- Pe.. pero…
- Ni peros ni gaitas. Me va usted a desalojar ahora mismito el local o tendré que llamar a la autoridad competente.
Un hombre de figura rechoncha que hasta ese momento permanecía oculto entre los feligreses del fondo, da un paso hacia adelante. La situación es embarazosa, pero se siente aludido y debe cumplir con su deber .
-Soy el sargento Jesús Quero y yo represento a la autoridad en este pueblo. ¡Haga usted el favor de salir de la iglesia!
Lentamente, el inspector gira sobre sus talones y clava su mirada en el sargento Chus Quero. Su cara dibuja una sonrisa socarrona.
-Usted cállese, que he visto como entraba silbando “Paquito el Chocolatero” y sólo por eso le puedo meter un puro de aúpa.
-Eh..esto..yoo..
-Y una cositas más. ¡La ley también protege a los músicos y a los dramaturgos!
La réplica llega desde las alturas. Colgando por una soga del techo del ábside, el monaguillo que hace de Arcangel San Miguel en el Belén viviente interviene con ademán insolente.
-¿Y a nosotros que cojones nos importa?
- ¡Já!, ¡un listillo! ¿qué? Que ya me están desmontando el Belén o les meto un paquete por representar obras de teatro sin pagar las tasas. Y ustedes – agrega señalando amenazadoramente a los vecinos que forman el coro parroquial- ¡ que sea la última vez que les vea entonar el “Osana en el Cielo” sin pasar por caja o acabarán todos cantando en el coro del talego!
Las decenas de vecinos que unos minutos antes oían misa distraidamente, se sienten abrumados, humillados y maltratados. Pero todos escurren el bulto y algunos están rumiando irse y no volver a pisar la iglesia, ni a silbar una canción, ni a canturrear en la ducha, ni siquiera a contar chistes mientras toman el vermút matinal. Al tiempo que se dirige a la salida y abre la puerta del templo, el inspector vuelve la vista hacia el clérigo.
- Ya me ha oído. O me desalojan el local o los empapelo a todos
- Pe..pero..¡esto es la Casa de Dios!
- ¿A sí? ¡Pues a ese lo empapelo también!
Nota del autor: Todos los personajes que aqui aparecen son fictícios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia..... ¡De momento!
Yo lo que no entiendo es que si una canción suena en 10 emisoras de radio distintas durante 10 días, ¿estos cobran 100 veces por el mismo concepto? ¡El negocio infinito!
ResponderEliminar¿Qué quiere decir SGAE?.
ResponderEliminarPo zí, yo estaba cantando el otro día en la ducha y me salió uno de la SGAE por el desagüe...ay! No! que era una cucaracha! Hijo, es que son clavaditos, clavaditos...
ResponderEliminarNo, Reina, no te cobran 100 veces... te ROBAN 100 veces. No saben na ni na, estos ladronzuelos.
ResponderEliminarMaquerida, no sé si me lo preguntas con ironía o es que en México no tenéis gente de esta calaña. Por si ocurre esto último, te cuento que La S.G.A.E. es la Sociedad General de Autores y Editores(aunque también signifique Saqueamos, Gorroneamos, Abusamos y Estafamos) y se dedican a la noble labor de cobrar por cualquier emisión o reprodución de aquello que tenga un autor, esté vivo o muerto: canciones, textos, obras de teatro, audiovisuales...hasta tiene tasas para las fotocopias, los CD virgen (por si los utilizas para reproducir algo que tenga una autoría)...vamos, el negocio del siglo. Y además, con el beneplácito del Gobierno. Casi na.
Barbaria: ¡¡mátalaaaaaaa!!!
¡qué grande! y que bien ha hecho usted añadiendo ese "de momento"
ResponderEliminarMadre mía...
ResponderEliminarNo entiendo porque no se hace algo en plan de ilegalizarlos como organización o algo parecido.
Que se nos estan saliendo del tiesto más de la cuenta.
Muy bueno el relato,
Saludos,
YoMisma
Si es que ya no saben cómo sacar dinero!
ResponderEliminarMari, YoMisma, gracias pero es merito de la S.G.A.E.: la realidad siempre supera a la ficción
ResponderEliminarLa chica de ayer: no se si borrar la entrada, no sea que les de ideas
A ese ritmo, y terminarán cobrándote por reproducir en el blog sus siglas y sus métodos...
ResponderEliminarjajaja...buenisimo!! cuando oi lo de Zalamea lo flipe...pero quien son ellos para cobrar nada...¡¡Mi no entender!!!
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