viernes, 26 de junio de 2009
Adios a otro mito
martes, 9 de junio de 2009
la delgada línea
Aquí sigo. En la distancia.
sábado, 6 de junio de 2009
Y al final...sólo pena.
¿Los motivos? muchos, casi todos inciertos, aunque ninguno lo suficientemente importante como para aliviar esta pena.
Pena porque en la retina solo quedará la última imagen del viaje, empañando el recuerdo de los paisajes vividos.
Pena porque ya no viajaremos juntos a Barcelona, ni a La Haya, ni a sus certezas, ni a mis temores.
Pena porque ya no recorreré sus cicatrices. Pena porque ya no acariciará mis venas.
Pena porque se agotaron las esperanzas y no supimos cómo.
Pena porque nada de lo ocurrido tiene sentido. Pena porque ninguno siente lo ocurrido.
miércoles, 3 de junio de 2009
Recomendando a Wao
Apunten: Junot Díaz. No se lo pierdan. Yo lo descubrí casi por casualidad:
Pues bien, hace un par de meses y sin conocimiento de causa, pedí al Círculo una novela de un tal Junot Díaz, cuyo título (no me pregunten por qué) me llamó la atención: “La maravillosa vida breve de Oscar Wao”.
Desde entonces han sido muchas horas de lectura “entronizado”. Porque sí, lo confieso, soy uno de los cienes y cienes de lectores tan ocupados en su vida diaria que aprovechan el paso matinal por la “roca” para disfrutar de dos placeres en un mismo lapso de tiempo. De facto, estoy dudando entre colocar una librería en el w.c. o instalar una taza (usease, excusado, letrina, inodoro o similar) en el salón. Creo que mi bolsillo y las visitas me obligarán a decantarme por la primera opción.
Sala de lectura, se ruega silencio
Pero bueno, a lo que iba, les cuento: Junot Díaz es un escritor dominicano afincado en U.S.A. con una narrativa muy ocurrente y entretenida que tiene tintes blogueros (al menos a mí así me lo parece) y que en su última novela cuenta la historia de tres generaciones de dominicanos, centrándose en la vida de Oscar, una especie de fusión de Norman, George Constanza y Cosmo Kramer (los amigos de Seindfel) con toques de Susan Boyle (él tampoco había besado nunca) aderezados con una pizca de Santiago Segura (gordito y friki cada vez menos orondo y más anodino) . Un fanático total de los cómics de ciencia ficción y los juegos de rol, que recuerda a uno de esos estudiantes del club de ciencias que salen en las pelis americanas, el típico gordito-feo-estrafalario-inseguro-soso que sólo algunas quieren como amigo y ninguna (ninguna, insisto) desea como amante. Vamos, un freak en toda regla o, como lo define el autor constantemente, un “nerd” dominicano, un "pariguayo".
La novela, amenizada por vivencias que parecen autobiográficas (de lo bien contadas que están), tiene un montón de “notas al pie” con las que el autor aprovecha para relatar algunas de las putadas injusticias que cometió el dictador dominicano Trujillo durante más de 30 años de dictadura (¿les suena a algo?). Una lección de historia caribeña en toda regla que muestra cómo todos los hijos de puta generalísimos se parecen mucho, pero mucho, mucho.
A mí, personalmente, el libro me ha roto el cliché que tenía de los dominicanos. Tanto por el prota, que es todo lo opuesto al tópico del caribeño (ya saben, el que se pasa todo el día pensando en culear al ritmo de un reggaeton , cuando no está “rapando” con “jevitas”) como por el autor: no me duele confesar que me sorprendió saber que un dominicano es profesor de la MIT y premio Pulitzer. Ya ven, un prejuicio más provocado por el gen conquistador-colonialista que todos los españolitos llevamos dentro.
En fin, una novela muy recomendable. Eso sí, si también son de los que utilizan la “roca” como salón de lectura, les advierto: van a acabar con las piernas entumecidas. La novela engancha.
Sus dejo con uno de esos temas que después de muuuchos años recuperas gracias al bienaventurado youtube (bendito sea).