sábado, 6 de junio de 2009

Y al final...sólo pena.

De nuevo, sentado en el andén. ¿Me bajé yo o se paró el tren lentamente para indicarme el fin del viaje?. Y qué importa. Ahora ya se aleja y esta vez no reducirá su velocidad invitándome a correr para alcanzarlo, quizás porque sabe que no lo haré, quizás porque no quiere que lo haga.

¿Los motivos? muchos, casi todos inciertos, aunque ninguno lo suficientemente importante como para aliviar esta pena.

Pena porque en la retina solo quedará la última imagen del viaje, empañando el recuerdo de los paisajes vividos.

Pena porque ya no viajaremos juntos a Barcelona, ni a La Haya, ni a sus certezas, ni a mis temores.

Pena porque ya no recorreré sus cicatrices. Pena porque ya no acariciará mis venas.

Pena porque se agotaron las esperanzas y no supimos cómo.

Pena porque nada de lo ocurrido tiene sentido. Pena porque ninguno siente lo ocurrido.
Pena porque todo se acabó.

12 comentarios:

  1. Nada me gustaría más que poder darte algún tipo de ánimo, pero en este caso se trataría del ciego guiando al ciego.

    Sólo te puedo decir que siento exactamente lo mismo y que empatizo contigo más de lo que te imaginas.

    Lo dicho, no me siento capacitado para aportarte nada constructivo, así que sólo puedo decirte que adelante, que te mimes y que pienses en ti mismo.

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  2. Gracias banshee. "Mal de muchos, consuelo de bobos" dice el dicho. Pero los dichos también se equivocan.

    Lo peor es esta sensación de no haber hecho todo lo posible por evitar esta situación, aunque siempre es dificil saber hasta dónde puedes luchar sin perder la dignidad. Este poso (¿remordimiento?) por no haberlo intentado aún más. La otra parte tampoco lo ha hecho. Pero eso, ni me justifica, ni me consuela.

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  3. Y fíjate que mi problema ahora mismo no es determinar hasta dónde puedo luchar sin perder la dignidad, sino mis dudas sobre si seré capaz de resistirme a atravesar esa línea que separa la dignidad de la humillación.

    Cuando pensaba que tenía trazado mi camino me encuentro un escollo que no sé muy bien cómo bordear.

    Lo que desde luego no te va a reportar ningún beneficio es atormentarte por lo que podía haber sido y no fue o por lo que podías haber hecho y no hiciste.

    A veces los hechos están, simplemente, fuera de nuestro control. Y cuando no lo están ¿quién te dice que haber hecho otra cosa no te hubiera llevado a cometer un error aún mayor? ¿a prolongar una agonía dolorosa?

    Ese análisis te va a resultar, al final, un ejercicio de futilidad.

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  5. Aunque desconozco, Banshee, cuál es ese escollo (parece ser algo que puede cambiar el rumbo que habías decidido tomar), una reflexión: antes de atravesar esa línea y dar un giro en tu ruta, pregúntate si estás dispuesto a volver a caminar lo recorrido estas últimas semanas. Si es así, hazlo: la frontera entre la dignidad y la humillación aún está lejos. Si no, ten precaución, una vez cruzada la línea no habrá vuelta atrás.

    Lo más probable es que esto no te sirva de nada, que no sea más que la indicación de -como decías- un ciego intentando guiar a otro ciego. Más aún, de un ciego que se ha negado a oir y a hablar. En fin, el camino que tomes para vadear el escollo será sin duda el mejor, pues no habrá otro y si lo hay, nunca sabrás a dónde te habría llevado.

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  6. Siempre se pasa mal cuando acaba un viaje. Al principio te preguntas insistentemente el porqué, a veces te culpas a tí mismo, a veces culpas al otro, a veces a la puta vida.., después el tiempo va moldealdo las aristas y sientes melancolía, incluso lo malo se transforma en bueno y lo que te desesperaba empiezas a echarlo de menos... y siempre, siempre te preguntas qué hubiera pasado si...
    Pero no caben las dudas, se ama o no se ama y si se ama no hay escollos insalvables, Banshee, no hay límites entre la dignidad y la humillación porque prefieres mil veces la humillación con el otro que la dignidad a solas aunque eso no sea bueno para el alma.
    Y todo tiene sentido, De2en2, porque todo lo que vivimos, sentimos, respiramos, construye nuestro ser y nuestro futuro.
    A veces, simplemente, no puede ser.
    Y hay que pasar el luto por lo perdido y hay que zurcir el corazón.
    A veces la finalidad de un viaje no fue el destino, sino sólo el viaje.
    No, no es un consuelo, pero a veces hay que mirar como se aleja el tren, sin odios, sin rencores, y luego volver la vista hacia delante.

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  7. Qué razón tienes, barbaria. Toda. Pero que jodido es la travesía al final de un viaje. Las ideas entumecidas, los deseos adormecidos y la desesperanza aguardando para nublarte la vista al mínimo descuido.

    No sé si por suerte o desgraciadamente, este camino ya lo he andado en otras ocasiones. Conozco todas la piedras, todos sus baches. Y sin embargo y a conciencia, vuelvo a tropezar en ellos. Porque sé que tengo que hacerlo para seguir hacia adelante.

    (Me imagino que si alguien lee este post y no ha pasado por el trago de bajarse de un tren, pondrá cara de circunstancias, pensará "menudos pedantes" y cerrará la página. Pero algún día volverá a recordarla. Porque en todas las casa cuecen habas.)

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  8. Hace dos años casi que baje de ese tren, ya no lo veo en el horizonte pero lo recuerdo al detalle, la intensidad del mismo, lo bueno, lo malo y siento nostalgia de que como se siente uno en ese tren, porque al fin y al cabo, creo que todos nosotros deseamos estar subidos en el indefinidamente.

    Otro tren llegará, a todos nos llega... o ese esperamos.

    Besos en el vagón de tú recuerdo.

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  9. Ojalá tu tren llegue sin retraso y tengas un viaje inolvidabe, xenia.

    Chica: basta con que uno quiera, para que todo se acabe. Aunque ojalá tengas razón

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  10. De ese tren me bajé en la estación del olvido...hace ya un tiempo.Ya nada ha sido igual pero la vida sigue...Los vagones de los trenes están llenos de pensamientos...
    Los años enseñan muchas cosas que los días desconocen.
    Moly

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  11. Es cierto Moly. El tiempo lo cura todo porque nos da otra perspectiva de las cosas. Nos permite ver el bosque y no sólo los árboles.

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Atrévete y dime lo que piensas, malandrín/a